Por Javier Muñoz Ortiz
La Política de Rebelión popular de Masas:
El 3 de Septiembre de 1980, en un discurso pronunciado en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviética (URSS), con motivo del décimo aniversario de la victoria de la Unidad Popular (UP) y transmitido por Radio Moscú, el Secretario General del Partido Comunista de Chile, Luis Alberto Corvalán Lepe, dio a conocer la Política de Rebelión Popular de Masas (PRPM), reivindicando el derecho a la rebelión del pueblo cuando se cierran los caminos democráticos y se ejerce el terrorismo de Estado contra las personas, violando sus derechos humanos. En definitiva la PRPM, valoraba todas las formas de lucha contra el régimen militar; sin embargo, no estaba claro que la Política de Rebelión Popular de Masas, asumiera formas de lucha armada. La conclusión a esta interrogante fue que la práctica tendría que mostrar el camino, un camino que iría de lo simple a lo complejo.
Después de éste discurso, todo el accionar de los comunistas chilenos comenzó de una u otra forma a funcionar en torno a la PRPM.
En sus aspectos teóricos, la Política de Rebelión Popular de Masas desarrolló y adaptó a la realidad nacional las concepciones leninistas de la lucha de masas; colocó en el centro el papel del partido revolucionario como conductor de la lucha de masas y elemento dinamizador de las condiciones subjetivas del actor colectivo; invocó la legitimidad del desarrollo de la autodefensa y el derecho a combatir por todos los medios a una tiranía brutal, y por consiguiente, se abrió a la utilización de todos los métodos de lucha, incluidas formas de lucha armada, si bien supeditadas a la lucha de masas, que nunca abandonó su carácter de componente principal.
La Política de Rebelión Popular de Masas constituye una brillante formulación, tanto por el enriquecimiento conceptual y teórico de la línea del Partido Comunista, como por la experiencia de su aplicación y las medidas organizativas desplegadas tras la consecución de sus objetivos.
El Partido Comunista fue capaz de transformar su propuesta en una política hecha suya por millones de chilenos, asumida y traducida de manera muy amplia y diversa por distintos sectores políticos y sociales como desobediencia civil, rebelión popular, protestas y paros nacionales, sabotaje de masas, desestabilización, no violencia activa, en definitiva era provocar una Sublevación Nacional (SN).
La Política de Rebelión Popular de Masas, posibilitó que las masas populares volvieran a ocupar un rol protagónico en la política y en la vida nacional y generó en el país una situación revolucionaria. Todo esto en medio de las difíciles condiciones de represión y clandestinidad, desplegando heroísmo y espíritu de sacrificio en un breve período de tiempo.
El planteamiento de la Política de Rebelión Popular de Masas, provocó un cambio en el estado de ánimo de las masas, revolucionó positivamente la conciencia popular, pasando de una situación de terror psicológico generalizado y conformismo producto del terrorismo de estado, a una actitud nueva de rebeldía, protesta, y disposición de combate.
Se debió poner un esfuerzo muy grande en la lucha ideológica, en la explicación de la PRPM a las masas, para que se entendiera la necesidad de que el pueblo recurriera a toda su fuerza e hiciera uso de la violencia para defenderse de la violencia terrorista del régimen y garantizar así las perspectivas de éxito en su lucha por la democracia.
Se hacía ver en el año 1980 que se trataba de comenzar con acciones simples, sencillas, con objetivos limitados que permitieran el adiestramiento de los militantes, los prepararan anímicamente, les hicieran conocer sus propias fuerzas y descubrir sus capacidades aprendiendo de la experiencia.
La Dirección del PCCh organiza el Frente Cero (F-0) el primer paso orgánico en el interior del país por darle una estructura determinada al componente militar. Se le denominó Frente 0 por el orden correlativo en la numeración que en ese entonces tenían las tres principales responsabilidades dentro de cualquier estructura partidaria. El uno era el secretario, el dos era el orgánico y el tres era el de educación. El llamarle “0” al encargado militar habría encerrado toda una intencionalidad de prioridad. Este frente en la mayoría de los casos fue dirigido a nivel de pequeños grupos por antiguos miembros de los equipos de seguridad del partido. Las acciones necesariamente fueron menores, fue la primera experiencia, sin grandes exigencias técnicas ni conocimientos militares. Estos grupos existían en casi todas las grandes ciudades del país, principalmente en Santiago, Valparaíso y Concepción y su funcionamiento estaba íntimamente relacionado con las estructuras regulares del partido. Nunca fue una estructura paralela ni separada de la orgánica regular.
Las primeras acciones audaces y de sabotaje que se realizan causan profundo impacto. El 11 de noviembre de 1980 se produce un corte de luz de tres horas de duración en Santiago, Valparaíso y Viña del Mar producto de la voladura de torres de alta tensión.
El domingo 22 de Febrero de 1981, cuatro bombazos simultáneos en Viña del Mar (Quilpué, Concón y Valparaíso), interrumpieron la noche final del Festival de la Canción de Viña del Mar. Durante tres minutos la Quinta Vergara quedó a oscuras y el festival debió proseguir con equipos de emergencia.
La nueva política le pone fin al llamado vacío histórico produciéndose un salto de calidad en la concepción del poder al incorporar el elemento militar como un componente permanente de la línea y al definir el trabajo militar como una actividad que debe desplegar el conjunto del Partido. Desde ese momento se comienza a concebir la política como un sistema que integra lo político y lo militar en uno sólo.
La Tarea Militar del Partido Comunista de Chile:
En 1974, el PCCh recibe el ofrecimiento del Comandante en jefe Fidel Castro Ruz de preparar militantes en diversas especialidades militares a un largo plazo independiente a las complejas circunstancias que en ese entonces se vivían. El carácter de la preparación ofrecida, se trataba de preparar cuadros militares de carrera.
Los dirigentes del PCCh aceptaron el ofrecimiento. En ese momento nadie del PCCh podía darle un sustento político a tal tarea, no podía existir un proyecto que le diera sentido a esta nueva preparación. Sólo había un ofrecimiento que coincidió en el tiempo con la necesidad de un importante sector de comunistas de prepararse militarmente para combatir a la dictadura. Como resultado de esta posibilidad el PCCh, incorporaría un nuevo arsenal político-ideológico y teórico-técnico en el terreno militar, al inevitable proceso de transformación que estaba viviendo.
Cuando Cuba conmemoraba un año más de la Victoria de Playa Girón, entre el 15 y 16 de abril de 1975, un grupo de jóvenes chilenos, militantes de las Juventudes Comunistas de Chile (JJCC) fueron citados a las oficinas del Comité Chile Antifascista de La Habana. Allí los esperaban el dirigente y ex diputado Orel Viciani Escker, quien les plantearía una misión muy concreta: dejar su carrera universitaria para incorporarse a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba (FAR) para recibir formación militar regular. La gran mayoría aceptó la oferta.
Luego, ingresarían otros contingentes de chilenos a recibir cursos regulares, es así como el PCCh comenzó a reclutar de su militancia en otros países. En 1976 la isla empezó a recibir a hijos de chilenos exiliados que orgullosos habían aceptado la tarea.
Entre otros, los jóvenes que inician la primera promoción regular, se encontraban; Edgardo Javier Lagos Aguirre, Moisés Marilao Pichun, Raúl Alejandro Pellegrin Friedman, Roberto Fernando Nordenflich Farías, Rafael Valdivia Cepeda.
Luego se integraron, entre otros; Juan Waldemar Henríquez Araya, José Julián Peña Maltés. Y así se sucedieron otras promociones.
Bulgaria también ofreció al PCCh, preparar oficiales de carrera, entre ellos: José Joaquín Valenzuela Levi.
Ahora, el PCCh tomaba la histórica decisión política de formar sus propios cuadros militares para apoyar la lucha del pueblo chileno, que estaba siendo encarcelado, torturado y muerto por las Fuerzas Armadas chilenas, al servicio de las clases capitalistas chilenas y extranjeras.
Esos fueron en general los acontecimientos que originaron lo que se denominó como La tarea Militar del PCCh.
Eran jóvenes estudiantes, trabajadores, dirigentes juveniles intermedios, mapuches, campesinos y pobladores, todos originarios de las diferentes regiones del país. La preparación se dio en las más diversas especialidades de las ciencias militares, en las diferentes Escuelas y Academias militares de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba.
Hubo otros cuadros que recibieron una preparación de superación de oficiales, así como otros chilenos que cursaron estudios con una duración de seis meses, concentrando la instrucción en armamento, explosivos, y lucha clandestina. Junto a ello se instruyen algunos especialistas en documentación y preparación logística en la lucha irregular. La inmensa mayoría de los alumnos proceden de Chile.
Misión internacionalista en Nicaragua:
En Nicaragua el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) que desde los años sesenta venía encabezando una guerra popular e insurreccional contra la dictadura de Anastasio Somoza, en 1979 había extendido el conflicto armado a casi todo el país. Cuba venía otorgando junto a otros gobiernos centroamericanos colaboración a los Sandinistas en su lucha contra la dictadura. En tales circunstancias el gobierno cubano toma la iniciativa y el Comandante en jefe Fidel Castro Ruz, propone a la dirección del PCCh enviar al contingente de militares comunistas chilenos a colaborar con los nicaragüenses en una inédita experiencia de internacionalismo entre revolucionarios.
Para el grupo de militares profesionales esa posibilidad de participar en una guerra les guardaba insospechadas experiencias que influirían notoriamente en el futuro de la política militar del PCCh. La participación fue masiva, todos los especialistas aceptaron. Además, un destacado grupo de mujeres, en su mayoría médicos, prestarían sus servicios como médicos militares.
El contingente de comunistas participó con todos sus especialistas en lo que territorialmente se denominó Frente Sur. Otros grupos menos numerosos de socialistas y miristas participarían compartiendo en igualdad de condiciones la misma experiencia de guerra.
El contingente participó prácticamente en todos los tipos de estructuras organizadas para esa guerra. Desde personal situado en el Estado Mayor tomando decisiones acerca de la planificación y conducción de todo el frente, como en las distintas columnas de infantería junto a los jefes Sandinistas que por sectores se distribuían todo el territorio, otros dirigiendo directamente las pequeñas unidades de artillería, en la exploración, en comunicaciones, ingeniería, puestos médicos y demás unidades de aseguramiento.
Tres chilenos morirían en acciones combativas directamente relacionadas con la guerra de liberación del FSLN (Juan Ernesto Cabezas Torrealba, Edgardo Javier Lagos Aguirre, Deys Nelson Huerta Lillo).
Formación del Ejército Popular Sandinistas:
La experiencia para el contingente de chilenos no terminaría en el triunfo de la revolución. Por el desempeño durante la guerra y en correspondencia con sus conocimientos, en corto tiempo irían a jugar un importante papel en la transformación de las columnas guerrilleras en el futuro Ejército Popular Sandinistas (EPS). A fines de 1980 se daban los primeros pasos en la construcción de un Ejército regular. El contingente militar fue distribuido abarcando todo el territorio nicaragüense, en las jefaturas de cada región y en sus principales unidades de combate. Un grupo fue designado al Estado Mayor, a las jefaturas centrales de la artillería terrestre, antiaérea, tanques y en las demás jefaturas de aseguramiento.
Durante este lapso el contingente de oficiales dio un gran aporte en el trabajo profesional desempeñado junto a los nicaragüenses en la formación de estas estructuras de defensa, es así como dos chilenos fueron fundadores de la Fuerza Aérea Sandinista (FAS); Raúl Vergara Meneses e Iván Figueroa Araneda, ambos ex miembros de la Fuerza Aérea de Chile (Fach).
El contingente de oficiales, a su vez, realizo una intensa labor interna de instrucción técnica, educación política, preparación de planes, discusiones y múltiples seminarios político-militares donde se discutían los más variados proyectos posibles a implementar en Chile. Esta posibilidad no solo estaba dada por el propio contingente y su inigualable experiencia sino que sobre todo porque a esa altura el enunciado de todas las formas de lucha y los primeros pasos de la Política de Rebelión Popular de Masas, abriría un insospechado torrente de propuestas y proyectos que lejos superaría esos limitados primeros pasos que hacía el PCCh con respecto a la lucha armada en contra de la dictadura.
Los seminarios se realizaron entre 1980 y 1982 a esta altura, ya está en teoría un diseño de una estructura militar que obedecía a una concepción teórica conocida como El Trabajo Combativo Militar del Partido. En la práctica el PCCh adoptó el diseño de una Comisión Militar (CM) como conductora principal de todo el trabajo militar. Un dirigente político, jefe de esta comisión, era el vínculo y responsable directo de todo el trabajo militar ante la máxima dirección del partido. Esta Comisión Militar tenía subordinada dos estructuras combativas principales más otras pequeñas estructuras de información y aseguramientos. Estos pilares del aparato militar del partido eran el Trabajo Militar de Masas (TMM) y la Fuerza Militar Propia que posteriormente recibiría el nombre de Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR). Con excepción del jefe de la Comisión Militar todos los demás eran especialistas. Esta definición es crucial en la política militar del PCCh; todo este asunto militar era un componente estratégico y determinante en la línea del partido pero como componente al fin, no podía ser conducido de forma directa por la máxima dirección del PCCh ni podía definir el centro de la estrategia partidista.
Ese diseño fue el resultado del empuje y la búsqueda de un sector revolucionario dentro del PCCh que no necesaria y únicamente obedece a los especialistas. Es innegable el importante papel jugado por estos profesionales militares pero sin toda la labor de muchos comunistas civiles repartidos por todo el partido hubiera sido imposible arribar a tales definiciones y estructuras.
Del contingente de militares comunistas chilenos otros también prestaron su colaboración en otros países, donde igual que los primeros obtuvieron una inédita experiencia de internacionalismo entre revolucionarios. Estos participaron en El Salvador en las filas del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), en Colombia en las filas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP)
Ingreso de los primeros oficiales al país, nace el Frente Patriótico Manuel Rodríguez:
Entre julio y septiembre de 1983 ingresaron clandestinamente al país proveniente de Cuba los primeros cinco oficiales que formarían el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, al frente del grupo venia Raúl Alejandro Pellegrin Friedman (Comandante José Miguel).
Los cinco oficiales pasarían ahora a depender de la “Comisión militar” del PCCh. Así el pequeño grupo de oficiales, más algunos destacados combatientes forjados en el país, fueron designados a las principales jefaturas de trabajo recién creadas. La primera Dirección Nacional del FPMR, fue conformada por tres compañeros, además de Raúl Alejandro Pellegrin Friedman.
Otros grupos de jóvenes y no tan jóvenes de las principales ciudades integrarían las primeras unidades o grupos de combate y principalmente la logística del FPMR. En Santiago comenzaron con apenas 6 pequeñas unidades de combate divididos en dos zonas, dos o tres grupos en Valparaíso e igual cantidad en Concepción.
Meses más tarde ya estaba armada una estructura de apoyo de armamento y medios materiales. En esos meses se realizaron acciones combativas menores, aunque casi ninguna tuvo repercusión, ni se publicó en medio alguno.
Una vez consolidada la primera Dirección Nacional, el Frente Patriótico Manuel Rodríguez comenzó a trabajar intensamente en una gran operación que repercutiera en todo el país. Esa operación se realizó el 14 de diciembre de 1983, con un gran apagón en las principales ciudades del país.
Dos días después, el Frente Patriótico Manuel Rodríguez realiza la toma de la radio Carrera, donde se reivindica el apagón y se emitió una proclama que planteaba claramente los objetivos de la organización; “Aspiramos hoy a terminar de una vez con Pinochet, su régimen y su secuela de hambre, miseria y represión. La lucha emprendida por el pueblo continuará hasta la consecución de estos objetivos. Antes que estos se concreten, no habrá paz ni tregua. El FPMR ha llegado a la conclusión que a la dictadura sólo será posible derrotarla haciendo uso de todas las formas de lucha, incluida la armada”.
El FPMR se convirtió en figura central en la lucha contra la dictadura. Las condiciones objetivas en que se desarrollaban los acontecimientos en esa época hizo que miles de hombres y mujeres se sintieran identificados con su accionar. Jóvenes de todas las edades, con y sin partido, estaban dispuestos a combatir con las armas en la mano.
La idea era ir avanzando hacia la desobediencia civil y generar un estado de ingobernabilidad que abriera cauce a la recuperación democrática. Con ese objetivo nació el FPMR, concibiendo la acción armada como instrumento del quehacer político. Es decir, íntimamente vinculado a la movilización popular. De inmediato, el accionar del Frente Patriótico Manuel Rodríguez fue visto con simpatía por amplios sectores de la población y fue demostrando la justeza de la Política de Rebelión Popular de Masas. La audacia y la astucia eran la base de sus operaciones, demostrando en los hechos que, a pesar del poder absoluto de la tiranía, éste era vulnerable.
Guiado por los cinco oficiales inicialmente y robustecido con las siguientes oleadas de oficiales que llegarían más tarde y de mandos medios entrenados en la lucha irregular, en los años siguientes, el FPMR llegaría a realizar acciones combativas hasta ese entonces desconocidas en Chile.
Concepción político ideológica del Frente Patriótico Manuel Rodríguez:
Desde el punto de vista político-ideológico, el Frente Patriótico Manuel Rodríguez nació asumiendo como estrategia la Política de Rebelión popular de Masas, la que fue definida como “un proceso de lucha en todos los planos, que abarca las más diversas formas, desde la desestabilización hasta la insurrección, utilizando las formas legales, semilegales, clandestinas, secretas, armadas y no armadas en todos los frentes de la lucha popular, con el objetivo de derrotar la dictadura y abrir paso a la creación de un gobierno provisional de unidad nacional”.
El contenido militar de este proyecto tenía como propósito construir una correlación de fuerzas favorable en ese terreno de acuerdo al grado de desarrollo de la lucha popular. Consecuente con ello, el FPMR definió su estrategia en un primer comunicado y manifiesto donde planteó que “el derrocamiento de la dictadura no es posible sólo a través de los métodos tradicionales de lucha; se hace necesario incorporar métodos armados de combate con el objetivo de poner fin al régimen, terminando con Pinochet y su Junta, la derogación inmediata de la Constitución y la creación de un gobierno patriótico de unidad nacional con carácter provisional”.
El secuestro de Sebastián Bertolone, subdirector del diario La Nación, dentro de la campaña Por la patria, basta ya de Pinochet, permitió irrumpir en los medios de comunicación de masas y dar a conocer la primera bandera del FPMR y el Primer Manifiesto Rodriguista al pueblo de Chile. Ahí se señaló que “el FPMR es el brazo armado del pueblo de Chile.
«Nos inspiramos en el ejemplo del guerrillero del pueblo Manuel Rodríguez, en la gesta del indomable pueblo mapuche, en las tradiciones del movimiento obrero y popular, en el ejemplo de dignidad y consecuencia de Salvador Allende, en los cientos de miles de patriotas que luchan contra la tiranía de Pinochet y por una patria justa y soberana …” Agregaba que “nuestra lucha es la de aquellos que buscan una vida digna y solidaria, la de aquellos que anhelan la paz, la libertad, la democracia …”. Más adelante decía que “somos solidarios con los pueblos que luchan por su independencia del dominio imperialista y con los procesos democratizadores de Argentina y Uruguay, con la lucha de los pueblos de Nicaragua, El Salvador y Guatemala y de todos los que anhelan la libertad y la independencia nacional”. A las FFAA y de orden se les planteaba: “… los ejércitos más poderosos han mordido el polvo de la derrota ante los pueblos decididos a conquistar su libertad. Un régimen como el de Pinochet no merece defenderse, no merece la sangre de tantos compatriotas… los militares deben comprender esto antes de que sea demasiado tarde”.
Proclamó el derecho a la rebelión diciendo que “el pueblo debe hacer uso de todas las formas de lucha, recurriendo incluso a la legítima violencia en defensa de sus derechos”. En otro párrafo convocó al pueblo a integrarse a las Milicias Rodriguistas (MR) y a luchar decididamente contra la dictadura. En el primer boletín se fundamentaron las razones del origen de la organización, señalando que se debía construir una fuerza militar del pueblo y lograr la unidad de los distintos destacamentos armados, a fin de coordinar las acciones y desarrollar una labor tendiente a hacer recapacitar a las FFAA. La estrategia del Frente Patriótico Manuel Rodríguez se desarrolló dialécticamente con la política partidaria, incorporando a su concepción los elementos de la Sublevación Nacional cuyo objetivo principal fue el “derrocamiento de la dictadura mediante el desmoronamiento político-moral de las FFAA”, golpeando a sus fuerzas y logrando el control de objetivos territoriales y estratégicos. En algunos aspectos contemplaba la lucha con un carácter insurreccional, previendo que los combates decisivos estarían vinculados al levantamiento popular en los grandes centros urbanos. El proyecto permitía contribuir acertadamente en los objetivos de lograr la caída de la dictadura y una salida popular, sin embargo ello no estaba inscrito en una estrategia de poder.
La Sublevación Nacional no estaba concebida como un sistema militar de enfrentamiento al régimen. No se trataba de una guerra. Podría tener una equivalencia con una forma de insurrección parcial que no tenía como objetivo la derrota militar del enemigo sino su derrota política. Estas limitaciones fueron fuentes de contradicciones que después del ’86 fueron determinantes en la conducta política del PCCh, de sus cuadros y militantes. La construcción militar del Partido respondió plenamente a los requerimientos de su política, siendo un componente más de ella. Esto llevó a que la forma de organización del trabajo militar fuera la de un aparato destinado a desarrollar un accionar operativo capaz de sobrepasar la legalidad del régimen y que permitiera inducir a la desobediencia civil y a la desestabilización para crear un cuadro de ingobernabilidad. Ello nos demuestra que en dicha concepción el papel de la violencia y el desarrollo del trabajo militar, como instrumento para su implementación, tuvieron un carácter esencialmente táctico.
La dirección y conducción del Frente Patriótico Manuel Rodríguez desde el punto de vista político militar fue responsabilidad del PCCh, a través de su comisión militar y desde el punto de vista operativo a través del principal órgano del FPMR, la Dirección Nacional.
Sobre estos principios se establecieron las primeras formas orgánicas, constituyéndose un mando central dependiente de la comisión militar del PCCh, con la responsabilidad de organizar, dirigir, equipar, preparar y llevar adelante las acciones de los nacientes grupos operativos. Las responsabilidades en los órganos y estructuras de mando, aseguramiento y combativas se cubrían mediante designaciones hechas por el Partido o bien directamente por los jefes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez.
Las nuevas formas orgánicas surgieron como resultado de la aplicación de las normas leninistas de funcionamiento partidario, por un lado, y las correspondientes a una estructura militar, por otro. Estas quedaron plasmadas en los primeros estatutos del FPMR, estableciendo como bases el centralismo democrático y la disciplina y moral Rodriguista. Pero el elemento rector fue el mando único definido como “vertical, donde sólo existe el vínculo del jefe con el jefe superior como eslabón de unión de la estructura”.
Las formas, métodos y estilos se desarrollaron tratando de conjugar los principios de la democracia partidaria y el orden y mando de una estructura militar.
Al conformarse como un aparato, que enfrentaba directa y permanentemente a un poderoso enemigo en su terreno, el FPMR pasó a ser el principal objetivo de los servicios de seguridad, lo que impidió mantener una estabilidad de estructuras y cuadros. Los cambios y movimientos, parciales y totales, fueron frecuentes y se entró en una dinámica de un continuo recomenzar, sin poder atesorar valiosas experiencias. La vida interna del aparato obligó a desarrollar un conjunto de valores nuevos, distintos a los existentes en la vida partidaria. Surgió una nueva mística, una nueva moral, una actitud derivada de la férrea voluntad de vencer y de la permanente exposición a la muerte.
También se formó una alta cohesión del colectivo, todo lo cual en la medida en que se fue enriqueciendo marcó una línea divisoria, distintiva y contradictoria con el Partido Comunista.
Principales operaciones del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (1983-1987):
14 de diciembre de 1983, con el derribamiento de manera simultánea, de un total de doce torres de alta tensión del Sistema Interconectado Central, que dejo a gran parte de Chile a oscuras a partir de las 22:00 horas y por cerca de 90 minutos a toda la Región Metropolitana de Santiago, como también a otras ciudades del país como Rancagua, Talca, Valparaíso, Viña del Mar, Copiapó y La Serena, nace al combate el FPMR.
1 de junio de 1985, un grupo combativo bajo el mando de Mauricio Hernández Norambuena, ingresaron a la clínica particular Las Nieves, donde se encontraba herido el combatiente rodriguista Fernando Antonio Larenas Seguel, tras tener un enfrentamiento con agentes de la Central Nacional de Informaciones (CNI), y lo rescatan. Luego de la operación, Fernando Larenas Seguel fue conducido a una casa de seguridad, desde donde semanas más tarde fue sacado con rumbo a Europa.
8 de Abril de 1986, un grupo operativo secuestra al cabo de carabineros Germán Ovando Rodríguez. Dos días más tarde, lo dejan en libertad, Vestido con un buzo y descalzo, el cabo Germán Ovando Rodríguez tomó un taxi y se dirigió a la Escuela de Carabineros con una carta del FPMR a los miembros de dicha institución, la misiva los invitaba a abandonar su papel represivo y su lealtad al gobierno de Pinochet y a unirse a la lucha libertaria del pueblo.
Mayo a julio de 1986 desembarco de armamento. 3.531 fusiles, más de 300 lanzacohetes, alrededor de dos mil granadas de mano, decenas de ametralladoras pesadas y toneladas de explosivos.
18 de Agosto de 1986, un grupo operativo secuestra al jefe de Protocolo de la Guarnición de Santiago, coronel Mario Haeberle Rivadeneira. Cuatro días después es liberado – amarrado y envuelto en una bandera del Frente Patriótico Manuel Rodríguez.
7 de septiembre de 1986 se realiza la Operación Siglo XX, emboscada al general Pinochet y su comitiva, en el cajón del Maipo.
Vida Independiente del Frente Patriótico Manuel Rodríguez:
El PCCh constata la compleja situación que se produce en los últimos meses de 1986. Su situación objetiva de aislamiento se unía al del resto de los partidos del Movimiento Democrático Popular (formado por el PCCh, PS-Almeyda y el MIR) con respecto a los partidos impulsores del proyecto capitalista. Las movilizaciones decayeron y el centro del debate se desarrollaba lejos de la influencia de la izquierda.
Paralelamente a los acontecimientos chilenos, el proceso de la Perestroika en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, iniciada en 1985 comenzaba a estremecer las estructuras políticas de los Partidos Comunistas en el Mundo. Que daba paso al desmoronamiento del sistema socialista real.
La conducta seguida ante este panorama fue el abandono paulatino de los componentes militares de la PRPM, reacomodar el quehacer y recomponer el cuadro de alianzas en interés de crear las condiciones político-sociales para derrotar a la dictadura. En diciembre de 1986, el PCCh en declaración pública conjunta con otros partidos de izquierda llama entre otras cosas a “no militarizar la política”, no rechaza la propuesta del proyecto capitalista de elecciones libres sino que intenta darles un carácter distinto. Se da el primer paso en el abandono de la opción rupturista, entrando a validar el escenario electoral que se iba imponiendo.
El PCCh iniciaba un giro estratégico de su política, para lo cual debía desperfilar la PRPM y la Sublevación Nacional (SN). Y desmontar su Aparato militar. Con el pretexto de analizar el fracasado intento de ejecutar al tirano, la Comisión Política del PCCh. determinó iniciar una discusión en el seno de la Comisión Militar, con el propósito de desprenderse de aquellos miembros del FPMR que resistían el giro estratégico de su política.
Política, que por lo demás, como ha quedado demostrado, nunca se caracterizó por un involucramiento decidido en la lucha revolucionaria. El FPMR se resistió al curso de los acontecimientos, pero la Comisión Militar fue intervenida así como la Dirección Nacional del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, y se intentó sin éxito revertir la situación interna del partido, exigiéndose infructuosamente una discusión política. La separación del FPMR se produce formalmente en julio de 1987, cuando éste se niega a aceptar la completa reestructuración de sus direcciones, que implicaba la dispersión.
El momento por el que atravesaba el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, fue expuesto por Raúl Alejandro Pellegrin Friedman, en una larga intervención que realizó ante la comisión militar del Partido Comunista de Chile, durante el primer semestre de 1987, y cuyo resumen damos a conocer;
… “El 85 íbamos por el camino de la Sublevación Nacional; el 86 caminábamos más cerca que nunca de la Sublevación Nacional. ¿Quién y con qué derecho nos ha apartado de ese camino?. ¿Por qué se ha impuesto en el Partido una tendencia que no es mayoritaria?”.
“Desde hace meses hemos señalado que en el Frente Patriótico, en el Frente Militar y en el Partido, existen serias dudas sobre los pasos dados por el propio Partido en estos ocho meses, respecto a la implementación de la Sublevación Nacional, período caracterizado por la indecisión, por el cambio inexplicable de opinión, de falta de claridad, por lo contradictorio de los informes, que se asemeja mucho a la falta de dirección. Sin duda el Frente se ha transformado en algo molesto para una nueva política que no se tiene la valentía de expresar”.
“En el partido circulan opiniones lapidarias sobre nosotros. Se habla de un grupo fríamente calculador, que aplica mecánicamente el proyecto nicaragüense y cubano, que pretende cambiar a la Dirección del Partido. Además se nos tilda de ser compañeros de “bajo nivel político”; ésta no puede ser la respuesta a nuestras inquietudes”.
“Más de alguien estará feliz de que el Frente se vaya del Partido. O más bien, que el Partido se vaya del Frente. Varios compañeros y varias jefaturas consideramos que este es el momento de dar paso al accionar a la lucha decidida y resuelta en perspectiva de la Sublevación Nacional, que seguimos considerando como la única estrategia válida para resolver los problemas de nuestro país” …
Hay que tener en cuenta que los estrechos marcos que la línea política del Partido Comunista de Chile daba al Frente Patriótico Manuel Rodríguez, eran más que nada definiciones, fórmulas, o recetas que debían ser implementadas por combatientes con profunda convicción y formación revolucionaria, que aspiraban para nuestro país algo superior a un recambio democrático, conscientes que el nivel de lucha y sacrificio del pueblo en su lucha anti dictatorial merecía mucho más que un mero cambio de administración del Estado.
Raúl Alejandro Pellegrin Friedman, en octubre de 1987, nos auguraba las dificultades que acarrearía la separación; “No tenemos derecho a renunciar a esta lucha que nos trasciende y que es patrimonio de Chile y su Pueblo. El camino no será fácil, en un inicio será más duro, el peso del PCCh es grande y no lo subestimamos. Sus militantes son valiosos y revolucionarios. Aquí se trata de diferencias con la dirección del PCCh y no con el PCCh. Pero nos asiste la razón, la autoridad moral que es hermana de nuestros héroes, mártires, de nuestra lucha diaria y la enorme simpatía con que contamos entre el pueblo y el propio PCCh. La hora es difícil, y nos obligan a dar un paso que implica asumir responsabilidades que debía asumir el PCCh. No queremos ser sólo un grupo de “valientes equivocados”, sino vencer. Como ya hemos dicho, tenemos que consolidar a los cuadros Rodriguistas, que sepan que han escogido el camino más duro, pero el único realmente digno y que conduce a la victoria”.
La Guerra Patriótica Nacional:
El FPMR, como organización político-militar independiente se da a la tarea de concebir un programa que apunte a la creación de la correlación de fuerzas político militar para la derrota de la Dictadura Militar y en la perspectiva de la revolución.
La Dirección Nacional (DN), con Raúl Alejandro Pellegrin Friedman a la cabeza y el FPMR en su conjunto, estudiaron el orden de los pasos para conseguir el objetivo final, orden que previeron, pero estaban claros, que dicho orden, se iría modificando en el transcurso de la lucha y debía adecuarse a la serie de circunstancias no previstas que podían surgir durante la misma.
Estos pasos se fueron elaborando más acabadamente en la medida que las exigencias de la lucha lo exigían.
Surge así la Guerra Patriótica Nacional (GPN) que fue un programa político militar “en él se vertieron las explicaciones breves, claras y precisas de todas las cosas a las que el Frente Patriótico Manuel Rodríguez aspiraba y por las cuales luchaba” y tuvo una “enorme importancia” para su “actividad cohesionada y consecuente”.
Veamos dos definiciones elaboradas para explicar la GPN.
- “Hemos definido a la GPN como un proceso global, integral de lucha que combina lo militar, lo político, la movilización social, toda expresión de lucha y en el que tienen lugar todos los patriotas, y que se propone la derrota del enemigo mediante la combinación de golpes en todos estos frentes siendo el accionar militar el factor principal para ganar la guerra, pues será decisiva en el desgaste físico y moral del enemigo”.
- “Hemos definido igualmente a la GPN como un proceso no breve en el que irán transitando por distintas etapas ascendentes, a lo largo de las cuales iremos construyendo el Ejército del Pueblo y las fuerzas necesarias para la derrota del régimen y sus FFAA. la GPN alcanzará la derrota del régimen en una sucesión de batallas en que cada una será superior a la anterior, culminando con la ofensiva generalizada de todos los frentes, en ciudades, pueblos y campos de todo el país, y con un poderoso ejército del pueblo”.
La GPN no sólo tuvo una gran significación para la cohesión ideológica del FPMR sino que también tuvo un importante papel práctico. En ella se plasmaron el fundamento de toda la actividad del FPMR y se trazaron tanto los objetivos finales como inmediatos del proceso revolucionario chileno.
El FPMR fue capaz de determinar en forma muy clara cuál era el principal obstáculo que debía vencer o el primer objetivo que debía proponerse la clase trabajadora para avanzar hacia su objetivo final: el socialismo, y fue esta definición básica la que determinó el contenido de las tareas políticas inmediatas o programa mínimo de la GPN, tareas que reflejaron los intereses de todos aquellos sectores de la población que se veían objetivamente perjudicados por la situación política, económica y social de ese entonces, es decir, de todos sus posibles aliados.
Resumiendo, la GPN combinaba en forma dialéctica dos aspectos: el programa máximo y el programa mínimo de la GPN. El primero se refería a los aspectos estratégicos del programa político militar de la GPN, que señalaban el objetivo final de los trabajadores: el segundo se refería a las tareas inmediatas o medidas concretas que debían ser adoptadas, en correspondencia con las condiciones objetivas de ese período histórico, para aglutinar fuerzas y hacer avanzar el proceso revolucionario chileno en la perspectiva de su meta final. Estos pasos prácticos reflejaban los intereses de amplios sectores sociales que no necesariamente compartían el objetivo final socialista de la clase trabajadora.
El objetivo final de la lucha de los trabajadores es la supresión del régimen capitalista de producción.
El objetivo inmediato está relacionado con el principal obstáculo que se encuentra la clase obrera para luchar por su objetivo final. En Chile en ese entonces el principal obstáculo era el gobierno de Pinochet, por tanto el FPMR no se proponía como objetivo político inmediato aplastar a los capitalistas que constituía el objetivo final. Al plantearse este objetivo inmediato se señalaba con ello el punto central hacia el cual debía converger y en torno al cual debía condensarse la actividad del FPMR.
El enemigo estratégico, estaba directamente relacionado con el carácter de la revolución, en Chile una sociedad capitalista dependiente, los enemigos estratégicos son el imperialismo, los grandes capitalistas y el capital financiero.
El enemigo inmediato, estaba relacionado con la contradicción principal de esa etapa o el principal obstáculo que era necesario superar para que el movimiento revolucionario pudiera avanzar hacia la realización de sus objetivos.
En este breve tiempo de vida independiente que llevaba el FPMR – a diferencia de los años precedentes – la dictadura tenía la iniciativa al situar el plebiscito de octubre de 1988 en el centro del escenario político nacional.
Y así lo hace.
En el plebiscito ganó la opción por el NO, rechazando al dictador. No obstante este radical cambio de la situación, la DN del FPMR mantiene la decisión de irrumpir con las acciones rurales para demostrar que no estábamos dispuestos a permitir la perpetuación del sistema.
Principales operaciones del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (1987-1996):
1 de Septiembre de 1987, secuestro y liberación el 3 de diciembre de 1987, en Brasil del teniente coronel Carlos Carreño, un experto en fabricación de armas, subdirector de la Fábrica de Maestranza y Armas del Ejército, FAMAE.
21 de octubre de 1988, el FPMR irrumpe con la toma de cuatro poblados: Agua Grande, La Mora, Los Queñes y Pichipellahuén. Y acciones menores en diferentes partes del territorio nacional. En los Queñes son capturados, torturados, asesinados, y lanzados al Río Tinguiririca. Cecilia Magni Camino y Raúl Alejandro Pellegrin Friedman. El asesinato del comandante José Miguel fue un alto costo humano y político militar para nuestra organización ya que él fue el artífice de la GPN.
A la muerte de Raúl Alejandro Pellegrin Friedman, asume la dirección del FPMR, Sergio Galvarino Apablaza (pasa a ocupar el grado de Comandante y el nombre de José Miguel).
9 de Junio de 1989, un grupo operativo del FPMR ajusticia a Roberto Fuentes Morrison, alias el Wally. Dentro del marco de la “Operación No a la Impunidad”.
20 de agosto de 1989, la Unidad Húsares de la Muerte, dirigida por Roberto Fernando Nordenflycht Farías, tiene la misión de instalar dos lanzacohetes Law, en el aeródromo de Tobalaba. Los cuales apuntarían en dirección al hangar donde se encontraba uno de los helicópteros Puma que transportaba a Augusto Pinochet y serian accionados por un mecanismo de relojería.
Cumplida la misión, los combatientes salen del lugar, pero en el transcurso del tiempo no se produce la explosión.
A las 23:30 horas del 20 de agosto de 1989, Roberto Fernando Nordenflycht Farías, vuelve al aeródromo de Tobalaba, a observar por que no había funcionado el sistema de relojería. Al introducirse en el recinto se encuentra con personal de guardia, un conscripto y el teniente Roberto Zegers Reed, Roberto Fernando Nordenflycht Farías, dispara contra el oficial dándole muerte y el conscripto le dispara al jefe de las Fuerzas Especiales del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, dándole muerte.
21 de Octubre de 1989, el grupo operativo “Juan Waldemar Araya” realiza una emboscada con una mina antitanque (de fabricación casera), a patrulla militar que se dirigía a custodiar antena de radio, en el cerro Mariposa, a la salida Norte de la ciudad de Temuco.
En el plano del trabajo de masas, el FPMR desarrolla por primera vez experiencias que buscaban hacer política en el mundo social, construyendo los llamados referentes patrióticos: el Movimiento del Pueblo Intransigente (MPI), el Movimiento Dignidad y Justicia (MDJ) y la Juventud Patriótica (JP). Estas instancias fueron un esfuerzo por aglutinar e interpretar las demandas y reivindicaciones juveniles y populares así como los derechos humanos. Las indefiniciones en cuanto a carácter, forma y objetivos de estas instancias más el evidente reflujo del movimiento social hicieron que tuvieran una corta vida, pero fueron las primeras manifestaciones de la búsqueda de hacer política en el seno del pueblo.
21 de marzo de 1990, un grupo operativo intenta ajusticiar al ex-Comandante en jefe de la Fuerza Aérea de Chile Gustavo Leigh Guzmán, y le disparan, cinco tiros que recibió en el cuerpo, uno de ellos en el ojo derecho perdiéndolo. A pesar de las heridas, sobrevivió al ataque.
10 de mayo de 1990, un grupo combativo ajusticia al coronel en retiro de carabineros Luis Duque Raúl Fontaine Manríquez, ex director de la Dirección de Comunicaciones de Carabineros (DICOMCAR), implicado en el secuestro de los profesores Santiago Natino, José Manuel Parada y Manuel Guerrero, quienes luego fueron degollados y abandonados en las cercanías del aeropuerto Pudahuel. Dentro del marco de la “Operación No a la Impunidad”.
28 de Octubre de 1990, en Temuco, el grupo operativo “Ignacio Valenzuela”, se toma la radio La Popular y difunde una proclama.
En diciembre de 1990, comienza un debate interno en el FPMR, denominado Consulta Nacional, para determinar la línea política a seguir en democracia. Se entregó para el posterior análisis con todos los combatientes, el documento: Rediseño Político. Un mecanismo de debate interno que no tuvo los resultados esperados, y que definitivamente acrecentó nuestra crisis de proyecto.
1 de abril de 1991, un grupo operativo, ajusticia a JaimeJorge Guzmán Errázuriz.
9 de septiembre de 1991, un grupo operativo secuestra a Cristián Edwards del Rio, hijo del dueño del diario El Mercurio, Agustín Edwards Eastman. Fue liberado el 1 de febrero de 1992.
30 de diciembre de 1996, un grupo operativo, realiza La Operación Vuelo de Justicia, operación de rescate de los rodriguistas: Ricardo Alfonso Palma Salamanca, Pablo Muñoz Hoffman, Mauricio Hernández Norambuena y Patricio Fernando Ortiz Montenegro, de la Cárcel de Alta Seguridad de Santiago
Palabras finales:
El Frente Patriótico Manuel Rodríguez existió y jugó un papel importante en la lucha del pueblo de Chile contra la dictadura de Pinochet y se debe respetar y valorar el rol que le cupo. Hoy se puede reconocer que lo peor hubiera sido que nadie se opusiera a la dictadura en el terreno por ella impuesto sin enfrentarla con fuerza y dignidad.
El rol del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, en el fin de la dictadura ha sido silenciado por la historia oficial, tal como el de miles que enfrentaron con piedras a las fuerzas represivas en las poblaciones. Sin esos sujetos sociales, se ha construido una versión funcional a la política cupular que ha gobernado el país desde 1990 hasta nuestros días.
Si se tiene en cuenta que la reflexión histórica siempre tiene como propósito ayudarnos a comprender el presente y el futuro, es preciso decir, respecto a ese periodo, que la salida del dictador Pinochet de La Moneda fue obra de acciones multitudinarias y diversas, realizadas en su enorme mayoría por personas que no pensábamos en cuotas de poder para nosotros, sino en la conquista de la libertad y en la construcción de una nueva sociedad.
El Frente Patriótico Manuel Rodríguez, tenía como objetivo apurar la caída de la dictadura, se había fraguado desde bastante tiempo atrás con la Política de Rebelión Popular de Masas del PCCh, pero al presentarse públicamente el 14 de diciembre de 1983, año de enormes movilizaciones sociales pretendía sumar golpes, en lo militar, a los que las protestas ya habían dado a la tiranía.
Su hipótesis era que el dictador Pinochet nunca entregaría el poder por su propia voluntad. A juzgar por la ya acreditada tentativa de autogolpe de la noche del 5 de octubre de 1988, el diagnóstico era correcto.
En el 2013, el presidente de la Democracia Cristiana de ese entonces, senador Ignacio Walker Prieto, afirmó respecto a ese periodo que esa política militar y paramilitar que fue proclamada oficialmente por el PCCh no hizo más que servir de pretexto a la dictadura de Pinochet para ejecutar mayores acciones represivas. La evidencia dice lo contrario: los años donde las violaciones a los derechos humanos alcanzaron su punto más alto fueron, precisamente, aquellos donde no hubo ningún atisbo de resistencia. Por lo tanto la aparición del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, fue una consecuencia, no un antecedente, de la represión desatada. Menos aún cabe aceptar la inconsistente justificación que dio la dictadura para el asesinato de chilenos inocentes, como represalia a las acciones del Frente Patriótico Manuel Rodríguez.
Pero hay otras cosas que tampoco se dicen. Por ejemplo, que el diálogo político abierto por la dictadura al nombrar a Sergio Onofre Jarpa ministro del Interior en 1983, y que tuvo a la Democracia Cristiana como principal contraparte, jamás se hubiera producido sin el multitudinario ánimo de desobediencia civil en el país. En aquellas jornadas había en los hechos una complicidad entre las acciones del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, y las protestas poblacionales, puesto que los apagones protegían más de la represión a los manifestantes. Tampoco se hace suficiente mención a que el atentado a Pinochet, o el ingreso de armas, derrumbaron en los hechos la idea de la invulnerabilidad del régimen. Estas acciones aceleraron el paso para sacar a Pinochet y tuvieron honda repercusión internacional. El gobierno norteamericano, no iba a permanecer impasible ante un pueblo que ingresaba un enorme arsenal y estaba dispuesto a combatir.
Después de estas acciones, se hacían más evidentes los cambios en la estructura social y política del país, que se caracterizaba por acelerar una salida negociada de la dictadura, y de una izquierda que ante el temor de quedar aislada, comenzaba a replegarse desordenadamente. La negociación dio como resultado la convocatoria al plebiscito de octubre de 1988, que pasó a ser el centro de la actividad política. Las masas también fueron arrastradas hacia la carrera electoral.
En el análisis de los posibles escenarios posteriores a la dictadura, el Frente Patriótico Manuel Rodríguez planteaba que si ésta no era derrotada en el ámbito de la política y en el ámbito de la fuerza, la negociación con sus autoridades perpetuaría el modelo de sociedad injusto construido por el régimen.
El paso del tiempo permite reconocer que ésa tampoco fue una idea vaga. Y, en un plano más general, aprender de la historia que solo la movilización social produce transformaciones, mientras que la política cupular tiende a perpetuar el statu quo.